Elementos de una cadena de operación

Concepto de Operaciones

La esencia de todos los negocios es generar valor transformando insumos en productos y servicios. El sistema de operaciones de una empresa se encarga precisamente de esa transformación y de crear valor para los clientes.

 

Tipos de Transformación:

  • Física o estructural. En las operaciones industriales, los insumos se cortan, estampan, montan, etc. En ciertas empresas de servicios esta transformación se realiza en el mismo cliente, por ejemplo, cortes de cabello, cirugía plástico, etc.
  • De Transporte: ejemplo, desplazamiento de basura, logística, viajes.

Diferencias en el Suministro de Productos y Servicios:

Productos y servicios

Pasos para el desarrollo de un proyecto de calidad:

  1. Hay que pensar primero en la utilidad del producto y dejar para después el formato del mismo. Es importante antes que nada identificar las necesidades que se van a satisfacer.

Además es importante considerar la “Ingeniería Simultanea”, es decir, desarrollar el producto con la participación de proveedores y personal de producción, ventas, distribución, etc.

  1. Elaborar una lista de especificaciones funcionales, estas traducen las necesidades del cliente y se consideran para los atributos del producto.
  2. Definir las especificaciones técnicas: dimensiones, peso, talla, etc. Utilizar la técnica QFD (despliegue funcional de calidad)

 

  • Diseño del producto
  • Organización del espacio físico
  • Diagrama de flujo de las operaciones y proceso
  • Equipos e insumos necesarios (Capacidad Productiva)

 

Tipos de Sistemas de transformación:

  • Producción continua
  • Producción en serie
  • Bajo pedido
  • Personalización en masa
  • Operaciones con proyectos

 

Medir el desempeño de los procesos:

  1. Capacidad: cantidad o volumen de operaciones que se pueden entregar
  2. Productividad: recursos producidos entre recursos utilizados. También se le puede llamar eficiencia. Ejemplo: cantidad de clientes atendidos por empleado
  3. Calidad de conformidad: grado de identidad entre un producto/servicio y sus especificaciones.
    1. Especificaciones: características deseadas para un producto/servicio, lo describen en términos de su utilidad.
    2. Cuanto mayor sea la similitud entre el producto y sus especificaciones mayor será la calidad de conformidad.
    3. Producto = Especificaciones entonces + Calidad de conformidad

 

  1. Índice de aprovechamiento: bienes que se aprovechan / total de bienes producidos.
    1. Bienes que se aprovechan: productos que cumplen con las especificaciones de calidad.
    2. El número de piezas defectuosas reduce el índice de aprovechamiento y como consecuencia baja el nivel de productividad.

 

 

  1. Eficiencia del tiempo: existen tres medidas principales para la eficiencia del uso de tiempo.
    1. Productividad del tiempo
    2. Tiempo de ciclo: tiempo que transcurre entre el inicio y final de un proceso.
    3. Velocidad del proceso

Manufactura Esbelta

Sistema que tiene como principio maximizar la eficiencia mediante la eliminación de todo tipo de desperdicio.

Eficiencia del proceso= productividad + calidad de conformidad + reducción de desperdicios.

  1. Desperdicio: es lo contrario a la agregación de valor.

Los 7 desperdicios mortales de cualquier proceso productivo son los siguientes:

Manufactura esbelta

 

La producción esbelta es el conjunto de principios y técnicas que vuelven más eficiente al proceso mediante la reducción de desperdicio. Las principales técnicas de producción esbelta son:

  • Just in Time: significa hacer algo justo en el momento preciso. Significa reducir al mínimo las existencias de materia prima, artículos en proceso, productos terminados, etc. Es necesario sincronizar las operaciones con la demanda del mercado.
  • Producción con calidad: hacer las cosas bien desde la primera vez.
  • Organización eficiente del espacio físico

Cualidades y condiciones para ser Emprendedor

Según el diccionario de la Real Academia Española el Emprendedor es “quién inicia o asume acciones dificultosas o arriesgadas”, lo que literalmente y de arranque significa que si hay dificultad o riesgo en las acciones no cualquiera está en condiciones de iniciarlas. Esto habla a las claras que quienes quieren iniciarse en el apasionante mundo del emprendedorismo deben reunir a priori una serie de condiciones que no son comunes a todos los mortales.

Como se observará hay una tendencia a confundir los términos emprendedor y empresario. En realidad los emprendedores son personas que comienzan a realizar sus proyectos, creando trabajo para sí y para otros y, una vez que se consolidan deberían ser considerados empresarios; sin embargo, hay situaciones que veremos más adelante que pueden concluir que no todos los emprendedores llegarán a ser empresarios.

Si consultamos a diferentes autores respecto a las condiciones que deben tener las personas para tener éxito como emprendedores, nos encontramos con una cantidad importante de “requisitos” que el perfil emprendedor requiere. Es por ello que nos aventuramos a detallar a continuación los más importantes:

  • Perseverancia: es quizás uno de los más importantes ya que quién no tiene esta condición es casi imposible que tenga éxito en la acción emprendedora, conocemos una definición contundente sobre el particular que dio Guillermo Vilas cuando afirmó, “un talento sin perseverancia se puede quedar en el camino, mientras que un perseverante por cabeza dura puede llegar a superarlo”.

 

  • Visión Optimista: es necesario tenerla para llevar el emprendimiento al cumplimiento de sus objetivos, ella se hace fundamental especialmente cuando los fracasos en sus iniciativas emprendedoras son tomados como una fuente de aprendizaje que les permite reinventarse y seguir adelante. Ello lo pude observar en muchos emprendedores que se acercaron a pedir ayuda a nuestro Programa Ventanilla del Emprendedor, ya que muchos tenían una situación difícil en sus emprendimientos y, sin embargo, eran optimistas para salir adelante, integrando sin dudas el grupo de personas que ante un vaso con líquido a la mitad, observan el vaso “medio lleno” y no “medio vacío” como lo hacen quienes no son optimistas.

 

  • Pasión: fundamental al momento de emprender ya que la mayoría de los emprendedores exitosos dedican todo el tiempo al proyecto, aunque esto le provoque afectar un poco las relaciones familiares y las amistades, que seguramente le reclaman más tiempo.

 

  • Necesidad de Realización y Reconocimiento: los emprendedores exitosos han tenido el deseo de realizarse personalmente en acciones que muchas veces trascienden el simple interés económico. Es más en muchos casos no consideran el dinero como su principal motivación. Ello porque aspiran con su tarea a ser recompensados por sus esfuerzos, estas pueden ser monetarias o de otras formas, tales como el reconocimiento individual y el prestigio social.

 

  • Vocación innovadora: la innovación como actitud es una fuente esencial en el desarrollo del espíritu emprendedor. Generalmente cuando desarrolla su actividad parte de la idea de que cada producto o servicio contiene en sí mismo la oportunidad de ser mejorado con el objeto de satisfacer las necesidades y deseos de los consumidores. Para los lectores que quieran profundizar esta condición le sugerimos que consideren el libro de Eduardo Kastika denominado “Creatividad para Emprendedores”.

 

  • Autoestima: es fundamental en los inicios del emprendedor cuando se pueden cometer errores. Será fundamental además de desarrollarla en el tiempo, resguardarla de los sabotajes a la que estará expuesta. Eduardo Kastika afirma que todas las personas cuando “hacen cosas” serán maliciosamente criticados por otras personas, algunos de manera constructiva y otros de manera destructiva, finaliza sus comentarios afirmando que somos mejores emprendedores cuando aprendemos a aprender de las críticas constructivas y a metabolizar las críticas destructivas.

 

  • Saber rodearse de buena gente: esta condición, que veremos con mayor profundidad más adelante, es muy importante en el éxito del emprendimiento, no en vano los emprendedores más exitosos invierten mucho tiempo en seleccionar su equipo y una vez elegido en muchos casos los integran y buscan las formas de compartir con ellos el valor creado. Estrechamente vinculada a esta condición está la capacidad para determinar cuáles son las tareas indelegables del emprendedor y cuáles pueden ser realizadas por sus colaboradores.

 

  • Autonomía: los emprendedores exitosos han desarrollado la capacidad para pensar por cuenta propia, ahora bien, una vez tomada una decisión muestran gran seguridad y firmeza en sus acciones. De todas maneras, esta “autonomía” no significa que no le otorguen importancia a la posibilidad de articular redes de cooperación con otros emprendedores, recuerdo que en un evento organizado por la Fundación Endeavor en la ciudad de Córdoba en el año 2009 uno de los disertantes afirmó que los emprendedores son “maestros” en el armado de redes de contactos.

 

  • Voluntad para aprender: esta actitud de aprendiz es característica de muchos emprendedores exitosos, que muestran humildad y una voluntad permanente para aprender. En su gran mayoría son agudos observadores, particularmente curiosos, saben escuchar, se muestran dispuestos a capacitarse, evidenciando con su actitud una postura opuesta a aquellas personas que creen saberlo o conocerlo todo.

 

El emprendedor podrá toparse con problemas, pero jamás podrán quitarle el afán para salir adelante; ante los obstáculos la salida consiste en no derrumbarse, en no rendirse y lo más importante en cambiar cuando las cosas no son como preveían que saliera.

Bibliografía

Poncio, D. (2010). Capítulo 1. El mundo emprendedor. Animarse a Emprender.

La caridad y la verdad son inseparables

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El Papa Benedicto XVI en la encíclica «Caridad en la Verdad» define a la caridad en relación con la verdad, la justicia, y la paz. Sostiene que la caridad auténtica y cristiana es aquella que va junto con la verdad y que mueve a las personas a buscar el bien común.

El amor -caritas- es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz.

Tal como San Pablo lo menciona en sus cartas, el Papa Benedicto XVI también resalta que todo hombre, en cualquier lugar del mundo lleva en sí el amor y la verdad, y viven dentro de él. Como decía San Agustín, el corazón del hombre lleva impreso un sello de verdad, «nos hiciste Señor para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti». El hombre, cualquier persona en donde quiera que se encuentre y por más «alejada» de Dios que parezca, siempre llevará ese sello de verdad y caridad, imborrable y que siempre lo estará llamando hacia el bien.

Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano.

Hoy hay muchas personas que sufren de depresión, ansiedad o que simplemente han perdido el deseo de vivir. Debemos siempre recordar, estar cerca, y mantenerlos mediante nuestra oración. Es reconfortante saber que la verdad y la caridad nunca nos abandonarán, y que cada vez que nos acerquemos a Dios, que levantemos nuestra cara y corazón hacia él, sentiremos ese amor que Él mismo ha impregnado en nuestro interior.

Para no limitar a la caridad en el plano del sentimentalismo, El Papa menciona que la caridad auténtica está por encima de la emotividad y que tiene un horizonte humano y universal. La caridad y la verdad siempre van de la mano, no puede ir una sin la otra, pero además hay dos principios fundamentales que están ligados a ella, dos principios de los que se habla cada día y que van a hacer explicados a contnuación: la justicia y el bien común.

La Justicia, desde un punto de vista filosófico y como lo entendían los Romanos, se puede definir como «dar a cada uno, lo que le pertenece (su derecho)», sin embargo, en la Encíclica, el Papa comenta que la caridad está más allá de la Justicia:

La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo «mío» al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es «suyo», lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar. No puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es «inseparable de la caridad», intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad o, como dijo Pablo VI, su «medida mínima», parte integrante de ese amor «con obras y según la verdad» (1 Jn 3,18), al que nos exhorta el apóstol Juan.

La justicia es dar al otro lo que es suyo, la caridad es además de corresponderle con lo que le pertenece, también darme a mí mismo, dar de lo mío al otro.

Al decir que la justicia es «la medida mínima» de la caridad, entiendo que no puede haber caridad sin justicia, que el primer escalón para llegar a la caridad es ser justo con los demás. Y nos queda muy claro que la justicia es dar al otro lo que le corresponde. No puedo llegar a un grado de caridad si no le doy a los demás su lugar, y respeto su dignidad.

El Papa Francisco en su nueva exhortación nos invita a hacer esto mismo «en todo lugar». Un llamado a la santidad desde donde estemos haciendo nuestras actividades diarias, en el trabajo, en la escuela, en la iglesia, en la casa, etc. Solamente «por justicia» al otro le corresponde mi respeto, y por «bien común» estoy comprometido a esforzarme por los demás, todo esto para llegar a un grado de caridad cristiano.

Sabemos que la dignidad de la persona la da Dios, y nosotros estamos llamados a respetarla, incluso a defender a aquellos que no pueden por sí mismos, como las personas de la tercera edad, los bebes en los vientres maternos, inmigrantes, etc. La caridad es necesaria en todas nuestras relaciones para lograr una comunión en el mundo. Sin caridad podemos contar con relaciones de respeto, tolerancia, y solidaridad, pero siempre nos quedaríamos un escalón abajo de lo que realmente podemos dar.

Las leyes civiles, que regulan nuestra vida y nos ayudan a llevar una vida más pacífica no son suficientes para alcanzar una comunión entre los hombres. Esa comunión perfecta en la sociedad, esa llamada «ciudad del hombre» no se puede lograr únicamente con valores primarios. Es muy necesario no solo respetar los derechos y cumplir las obligaciones, sino hace falta integrar otros elementos:

La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión.

En otros artículos estaremos analizando y meditando las palabras de Benedicto XVI, contenidas en esta encíclica.

Dios te bendiga

Nietzsche conoce a Teresa de Lisieux

«Cada época de la historia es salvada por un santo que es lo más contrario al espíritu de la época”. G.K Chesterton

 

Este contraste, esta habilidad de la Divina Providencia para darnos un santo así, queda ejemplificado en la comparación entre Frederich Nietzsche y Teresa de Lisieux, dos personas contemporáneas. Nietzsche nació en 1844 y murió en 1900. Teresa nació en 1873 y murió sólo tres años antes que Nietzsche en 1897.

Nietzsche representa el punto terminal de una ilustración filosófica sin Dios. Su pensamiento es el fin de un trayecto y su propio y triste hundimiento en la locura y en una muerte solitaria y desolada resume de alguna manera y simboliza su vida y pensamientos. Nietzsche es famoso por haber dicho que Dios ha muerto, pero su pensamiento es más profundo y perturbador que esa pequeña cita. Su rechazo del cristianismo estaba ligado a su idea del superhombre. Veía el cristianismo como una religión que exalta la debilidad y pensaba que la piedad hacia los débiles solamente provocaba más debilidad. La gris moralidad cristiana, desde su punto de vista, era la enemiga de la verdadera vitalidad del hombre. El superhombre comprendería que no hay verdad objetiva ni moralidad objetiva, que Dios y la bondad eran productos del mismo hombre. De este modo se elevaría por encima de la mediocridad y descubriría sus propios valores, y esos valores descubiertos emergerían de su propia y esencial voluntad de poder.

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Weimar, Alemania. Ciudad origen de Nietzsche

Todo el mundo viene algún sitio, y Nietzsche era el hijo de un pastor luterano y profesor de una pequeña ciudad alemana. Asistió a una escuela convencional cristiana y fue un producto de ese protestantismo alemán de pequeña ciudad, que en su vida y obras se esforzó por rechazar. ¿Qué tipo de Dios pensaba pues Nietzsche que había matado? Era el dios que había aprendido en su protestantismo pequeñoburgués, un dios que esperaba una aburrida conformidad tanto en creencias como en comportamientos, un dios al que no le gustaban los niños listos que hacen demasiadas preguntas. Si éste era el dios que el joven Nietzsche conoció en su infancia, entonces no es sólo que Dios hubiera muerto. Es que nunca había estado vivo.

Teresa, por su parte, no es hija del protestantismo de pequeña ciudad, sino hija del catolicismo francés también de pequeña ciudad. Su vida y su filosofía son casi el exacto opuesto de Nietzsche. Ella nunca rechazó la religión que recibió siendo niña y no obstante también cuestionó esas expectativas de aburrida conformidad y las desafió no rechazando su religión, sino viviéndola de un modo radical que transformó la religiosidad de los católicos de arriba abajo.

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Alenzón, Francia. Ciudad origen de Santa Teresa

Si Frederich Nietzsche se hubiera encontrado con Teresa Martin, ¿cómo hubiera ido la conversación? Nietzsche le habría explicado la muerte de Dios y el inexorable auge del nihilismo. Teresa habría contestado que el buen Dios no estaba muerto, sino sólo las ideas falsas que los hombres nos hacemos de Dios. Cuando él explicase cómo la moral era descubierta por cada persona, Teresa habría replicado que, en efecto,  cada persona tiene que descubrir esa moral, pero descubrir la realidad de la moral recibida de un modo radicalmente personal. Cuando Nietzsche explicase cómo las grandes personas tenían que desistir de sus intentos de encajar en una sociedad mediocre y, por el contrario, tenían que abandonar su apego por todas las cosas materiales, Teresa habría estado de acuerdo y habría señalado que era eso precisamente lo que deseaba hacer al meterse carmelita. Cuando Nietzsche explicase que ese proceso de negación y descubrimiento de los valores verdaderos era el proceso por el que el superhombre llegaba a realizarse, Teresa habría estado de acuerdo, pero habría llamado a ese superhombre por otro nombre: un santo. Cuando Teresa grita: “¡Santidad, hay que conquistarla a punta de espada!” o “quiero ser santa, pero no a medias, sino completamente”, está dando al mundo su propia versión del superhombre. El uso por parte de Nietzsche de la poesía y la paradoja no le habría pasado desapercibido a Teresa, y es aquí donde triunfa sobre Nietzsche: diría que la manera de llegar a ser ese superhombre es precisamente siendo lo que Nietzsche despreciaba: una niña pequeña. La manera de convertirse en un gran hombre es convertirse en un niño confiado en su amoroso Padre, un esclavo de otros y un esclavo del Amor, alguien que sigue el “caminito” que es el gran camino.

Ésta es una de las grandes bromas de Dios: que el mundo propone un Nietzsche, un filósofo orgulloso, un ateo de gesto trágico y teatral, y Dios responde con una chiquilla a la que le gusta sentarse en las rodillas de su papá y ver sus iniciales en las estrellas.

Hay que fijarse en cómo acaba todo esto: Nietzsche se hunde en la locura y muere pobre en la casa de la mandona de su hermana. Su herencia es un legado de nihilismo y desesperación, y su mayor ignominia es que su pensamiento inspiró a los nazis que llevaron a Europa a la guerra y asesinaron a millones de personas. Teresa, por su parte, también muere de un modo oscuro y trágico, enferma de tuberculosis y falleciendo después de una larga agonía. Pero al cabo de pocos meses de su muerte su librito se reimprime por decenas de miles, es saludada como la mayor santa moderna por el Papa Pío IX y, en un acto final en el que se reconoce la ironía de Dios, cien años después de su muerte, este jovencita que murió con sólo 24 años es nombrada doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II. Su popularidad no cesa de crecer y allá donde llegan sus reliquias en peregrinación, multitudes increíbles se agolpan para venerar la memoria de esa chiquilla que responde al monstruoso espíritu de nuestra época.

Ambos personajes se alzan, espalda contra espalda, como un genio y un loco. Ambos hablan de los mismos misterios, pero uno desde la perspectiva de locura, mientras que la otra lo hace desde la perspectiva de una sensatez realista y sólida como una roca. En el núcleo de todo, Nietzsche sabe que sin Dios no hay nada. Teresa, por su parte, ve que con Dios hay todo. Nietzsche dice, “no tendré nada”. Teresa dice, “lo tendré todo”. El combate entre Nietzsche y Teresa es el gran combate de nuestro tiempo, y de toda época. ¿Vivirás sin Dios, enfrentándote a las tinieblas del nihilismo con nada más que tu voluntad de poder? ¿Seguirás el camino que lleva a la oscuridad, la desesperación, la soledad y la muerte o tomarás el caminito que lleva a través de lo ordinario a la humildad, el camino descendente que te eleva, el camino de negación que lleva a la vida y el camino a través de las tinieblas hacia la luz?

Posdata: de hecho, Teresa y Nietzsche permanecieron en el mismo hotel en París al mismo tiempo, así que ¡quizás se encontraron! Fue en el hotel donde su familia permaneció durante la visita a la capital de Francia y que es probablemente el lugar en el que Teresa vio por primera vez un ascensor, que usaría más tarde como imagen de la confianza en Dios».

Credits:

Fr. Dwight Longenecker

http://www.patheos.com/blogs/standingonmyhead/author/frdwight

NO a la economía de la exclusión

En la exhortación apostólica del Papa Francisco «Evangelii Gaudium» – La alegría del Evangelio, el Santo Padre habla sobre la economía de la exclusión. Entendemos a esta economía como un rechazo al valor de la persona humana, poniendo a la producción y a la competitividad por encima de la dignidad del hombre y la mujer. El Papa comenta que no es posible que al ser humano se le vea como un simple instrumento para lograr objetivos de producción en el mundo. Se presenta a continuación algunos de sus comentarios:

No puede ser que no sea noticiaque muere de frío un anciano en situación de calle
y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa.Eso es exclusión. No se puede tolerar más que setire comida cuando hay gente que pasa hambre.Eso es inequidad.
Comenta también que gracias a esta economía, se ha fomentado entre las personas una «Globalización de la indiferencia». Esto es, estilos de vida despreocupados por las necesidades de los demás, interesados sólo en los logros y objetivos personales. Hombres y mujeres que no ven más allá del límite de su familia, incapaces de salir de sí mismos para ayudar a los demás de una manera más humana.
Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, yano lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe.
La vida no puede volverse una carrera para conseguir el siguiente producto de moda o un modelo más reciente de un automóvil. Esto advierte el Papa en el apartado de la cultura del descarte. Advierte sobre esa cultura, en la que la motivación para trabajar es únicamente el adquirir el siguiente objetivo material que nos hemos fijado. Quitando lo sublime de la actividad humana -el servicio- la economía se convierte en una carrera en la que sólo sobrevive «el más fuerte» y en la que los imposibilitados a realizar ciertas actividades se ven excluídos.
La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.